Ayer sábado 11 de mayo salí a dar una vuelta; vuelta que finalizó en
la entrada del garage con 499 km. La zona elegida esta vez fué el Valle
del Alagón, o la Vega del Alagón como también se conoce a esta comarca.
Para situarla, diré que el centro de la región está aproximadamente en
Montehermoso y que es recorrida por el rio Alagón, que es el afluente
más largo del Tajo por la derecha.
En principio, el objetivo era simplemente
recorrer una zona aún no transitada por mí; pero buscando documentación
encontré tres destinos que no podía dejar de visitar: uno es el
convento del Palancar, considerado el convento más pequeño del mundo
dado que tiene 72 metros cuadrados y está o estuvo habitado por cuatro
monjes; otro destino que señalé como obligado fué un paraje natural
llamado Los Canchos de Ramiro, que es un estrechamiento rocoso del rio
Alagón cerca de su confluencia con el rio Árrago; el tercer lugar que
quería ver era la cola del embalse de Portaje, lugar muy apreciado por
pescadores de carpas y por amantes del birding.
Empecé
el viaje a las 08:30 en Badajoz e hice una primera tirada larga de
aproximación hasta Cañaveral, donde existe una churrería muy conocida
entre los "pinguineros" de la zona, pero que ayer estaba cerrada, así
que tocó desayunar en la Pensión Málaga, donde también estaban
desayunando un grupo de franceses que recorren el Camino de Santiago por
la Vía de la Plata; más tarde pude encontrar muchos más peregrinos por
la zona. Es curioso esto de las tostadas para desayunar; en Badajoz
(cuna de las "catalanas con jamón") es frecuente pedir "media
catalana con jamón" y te sirven una tostada con tomate restregado, ajo,
aceite y jamón cortado en finas lonchas; y los de Badajoz creeemos que
en cuaquier cafetería del mundo nos entenderán cuando pedimos esto, pero
basta alejarse pocos kilómetros para que dejen de entender qué estás
pidiendo y te sirvan las más extrañas combinaciones: en este caso me
pusieron en un plato el pan tostado y junto a él un tomate cortado en
dos más dos gruesas lonchas de jamón (el aceite y el ajo, solo lo sirven
bajo demanada) y con esos ingredientes hube de fabricarme mi tostada,
que, por cierto, tuvo éxito, dado que dos franceses pidieron lo mismo
por el sencillo método de apuntar con un dedo a mi plato; en otro viaje,
por Castilla León, opté por llevar mi propio jamón y un tomate para
hacerme
la tostada después de pedir una de aceite. En fin,... que desvarío un poco.
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Pedroso de Acim. Vista del pueblo. |
Ya
bien desayunado me encaminé a Pedroso de Acim, un pueblecito cercano,
de pocos habitantes, a la falda de la Sierra de Brezal (¿?) y en cuyas
afueras se encuentra el minúsculo Convento del Palancar en un entorno
paradisiaco. Parece ser que cuando este edificio fué donado a mediados
del s. XVI a quien después sería San Pedro de Alcántara, el lugar era un
erial; pero, ahora, está rodeado de pinares, robles, brezos,
alcornoques, así como también está rodeado por el silencio más absoluto,
roto solo por el cantar de los pájaros. Además, por lo que ví y me
contaron, la zona debe ser también perfecta para rutas trail (cosa a
tener en cuenta para otro momento).
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Vista actual del Convento del Palancar. El original está dentro. |
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Bien,
la pena es que no pude visitar el convento. Resulta que tiene unas
horas marcadas para visitas y la que a mí me convenía era a las 10:45
pero llamé al timbre al que hay que llamar para visitarlo a las 10:55 y
ya no me abrieron. Tendré que volver. Las fotos que dejo sobre no
muestran el Convento tal y como es porque, en su día, fué reformado y
construido otro mayor, en cuyo interior está el original.
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Entrada al convento, con el horario de visitas y timbre que hay que usar para acceder. |
La siguiente parada fué la cola de la presa de
Portaje. Para llegar aquí mi navegador se volvió loco y tuve que
apagarlo y guiarme por una especie de
roadbook que improvisé el
día antes. Accedí por una pista abandonada que parte cerca de la
población de Torrejoncillo, una pista realmente incómoda, llena de
agujeros con filos cortantes y mucha grava suelta (del tipo de
denominamos carretera trail).
(Actualmente, septiembre de 2016, esta pista ha sido asfaltada). Depués de pocos kilómetros se llega a la
cola del pantano. Otro sitio idílico que me gustaría ser capaz de
describir con palabras, pero para no estropearlo, mejor dejar unas
fotos.
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Carretera trail que bordea la presa de Portaje. |
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La carretera anterior lleva directamente a la cola de la presa, lugar donde están tomadas las siguientes fotografías:
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La recelosa águila, cazada fotográficamente en esta ocasión. |
En este punto, la pista que traía continúa bordeando
el pantano; pero yo tenía previsto seguir una pista de tierra que me
llevaría hasta el pueblo de Portaje, cerca ya de la siguiente parada.
Resultó ser la "pista perfecta" para mí: en perfecto estado (mucho
mejor que la asfaltada que acababa de dejar), atravesando una preciosa
dehesa donde una capa multicolor de florecillas dejaba nacer a las
impresionantes encinas; en el suelo aquí y allá, se veían pequeñas
charcas, cada una con su pareja de cigueñas entre los juncos y en el
aire, volando en círculos, pude ver muchas rapaces. Este ambiente tuvo
el efecto de suprimirme la tensión que supone circular solo por parajes
difíciles de situar y concentrarme en lo que veía alrededor porque la
pista que tenía delante no me daría sorpresas. Pero esta pista se acabó,
y tal y como estaba previsto, volvía a unirse con la carretera de la
que partió.
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La "pista perfecta" |
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Trazado general de la pista. |
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Autoretrato en ruta. |
Y así llegue hasta Portaje, desde donde me dirijí al
siguiente punto de
interés atravesando dos pequeñas poblaciones con pintorescos nombres
Pescueza y Cachorrilla. A la salida de Cachorrilla nace la pista que
lleva hasta el paraje de Los Canchos de Ramiro. Es un recorrido de 10
km por tierra. Esta pista solo tiene dos dificultades: en algunos
tramos la pendiente es muy pronunciada y en otros tramos hay vacas por
el camino. Yo las llamo vacas porque iban acompañadas por terneras o
chotos, pero, realmente, eran bichos negros, muy grandes y con cuernos
enormes y que si hubiera podido hacerlo los hubiera evitado, pero no, al
igual que me ocurrió en la anterior salida, en esta también tuve que
hacer gala de la más absoluta carencia de verguenza torera y torear el
lance con el sencillo método de dar gas a fondo y suponer que yo
correría más que el bicho. Lo gracioso es que asusté a las vacas en el
trayecto de ida y tenía que regresar por el mismo sitio,... pero ya no
estaban, por suerte.
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Inicio de la pista a Los Canchos de Ramiro. |
Las siguientes imágenes darán una idea de cómo
es el lugar llamado Los Canchos de Ramiro. Aunque en las fotos no puedan
verse, con los prismáticos pude ver las rocas llenas de buitres
leonados y, ¡¡lo mejor de todo!!, por fín pude ver a la escuridiza
cigueña negra en el aire ¡es majestuosa!; también había varias clases de
águilas y algún lance de su caza pude ver.
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Los Canchos de Ramiro al fondo, al final de la pista. |
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Otra vista de la pista. |
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Final de la pista sobre el rio Alagón. |
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Este tramo final no era apto para mi moto. |
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Así que bajé andando los últimos cien metros. |
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Canchos de Ramiro. |
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Sobre las rocas, buitres y cigueñas. |
De
vuelta al asfalto, ahora era hora de comer. Fuí al pantano de Borbollón
y allí instalé la fiambrera; pero esta vez nada de sentado en una
piedra bajo una encina; esta vez me permitieron usar las mesas del bar
del Camping Borbollón y me ofrecieron poder comer mi propia comida
dentro, por si "le apetece a usted ver la tele", me propusieron. Así que
dí cuenta de una estupenda ensalada de couscous y un par de filetes de
ternera que llevaba en mi fiambrera (¡¡¡si las vacas lo hubieran
sabido...!!!), todo ello con un par de cervezas sin alcohol.
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Durante la comida, a las puertas del Camping Borbollón. |
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Presa de Borbollón. Al fondo Santinbañez Alto. |
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En amarillo la pista que seguí hasta el rio. En rojo la pista que no encontré. |
Serían sobre las 16:00 cuando inicié la siguiente
etapa. Se trataba de visitar el pueblo de Santinbañez el Alto, pero no
por carretera, sino por una pista. El plan era salir del camping en
dirección a este pueblo, pero desviarme a la derecha por una pequeña
carretera trail desde donde parte una pista que asciende hasta el
pueblo. El inicio fué bien, lo que yo creía que sería una carretera en
mal estado resulto ser una carretera recien arreglada en perfecto
estado; pero, supongo que la crisis impidió continuar y rápidamente se
acabó el asfalto y empezó la tierra. Ahora, convertido en pista el
camino no tenía excesivas dificultades. Yo veía a mi izquierda el pueblo
hasta donde quería llegar, pero no encontraba la pista y seguí
avanzando. Ahora el camino iba empeorando, ya era un camino estrecho,
vereda en algunas ocasiones, y olvidé la posibilidad de subir; así seguí
adelante.
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La última pista empezó de esta manera: una excelente carretera. |
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Poco a poco fué empeorando. |
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Y se convirtió en pista de tierra. |
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Estaba buscando la manera de ascender al pueblo del fondo. |
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Finalmente, lo que empezó como carretera terminó en camino pedregoso. |
Hasta que un precioso rio se cruzó en mi camino.
Aproximadamente unos cinco metros de ancho, aparentemente no profundo y
con piedras en el fondo. ¿Qué hacer? La razón dice que en estas
condiciones, solo, en medio de la nada, sin que nadie sepa que estás ahí
lo mejor es regresar; pero miraba el navegador y podía ver que la
carretera estaba a unos 500 metros pasado el rio.
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El rio en cuestión. Antes de vadearlo.Desde aquí no se podía apreciar la profundidad al otro lado. |
Decisión: vadear. Lo único en que acerté fué en el ancho de rio, porque
pude comprobar que las piedras del fondo eran como pelotas de rugby y el
agua me llegó a las rodillas en parado, con los pies dentro. Me quedé
atascado en medio del vadeo, pero ví claramente que lo que me impedía
avanzar eran las enormes piedras parando la rueda delantera; así que a
base de mover el manillar a un lado y a otro pude apartar las piedras y
terminar el vadeo, eso junto con algunos golpes de gas para superar las
piedras que estaban encajadas en el fondo. Lógicamente, de esta parte no
hay fotos, solo una al entrar y la siguiente al otro lado. Los 500
metros que me separaban de la carretera estaban en gran parte formados
por un cauce seco del rio, así que el avance fué lento, pero sin más
problemas.
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Después del vadeo. |
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Lógicamente, no pueden existir fotos del durante;
viéndome a mí, atascado en medio del rio tratando de remover las piedras
que me impedian pasar.
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Inicio del recorrido de quinientos metros hasta la caretera. |
Tras el lance anterior subí a Santinbañez Alto por
una corta y empinada carretera, entre encinas y acehuches. Desde el
pueblo las vistas son impresionantes, con la sierra de Gata al norte y
los dos pantanos recién visitados al sur. Pude ver la pista que transité
un rato antes, pero no la que ascendía hasta el pueblo; lo mismo ni
existía aunque Google Maps y Sigpac la siguieran mostrando. Una lástima,
porque, después en casa, al volver a mirar la ruta, comprobé que una de
las pistas que desheché conducía a Los Pajares o Barrio de las
Calzadas, que es un grupo de edificaciones calificados como de interés
etnológico en Extremadura y lugar merecedor de una visita, a tenor de
las fotografías que vi. Y lo curioso es que mi navegador sí me señalaba
su ubicación, pero, claro, yo no sabía en aquél momento nada sobre el
sitio. Fallo de documentación que habrá que dejar pendiente para reparar.
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Vista del tramo realizado desde lo alto de Santinbañez. |
Como
suele ocurrirme, la ruta planeada fué muy ambiciosa y tuve que dejar
sitios sin ver. Así, hubiera estado bien un paseo por la dehesa boyal de
Montehermoso o la ascensión al castillo de Portezuelo. Lugares que
quedan pendientes para otra ocasión.
Pues esto ha sido
todo. como siempre gracias por leerlo y si te ha gustado puedes dejar
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Saludos.
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