Trail por Monesterio

 Desde hace un par de años, un grupo de gente de Badajoz acostumbranos a reunirnos con otro grupo de gente de Sevilla para compartir un día montando en moto por alguna zona a medio camino entre ambas provincias. Lo solemos hacer dos veces al año. Este es el relato de lo sucedido la última vez.




El grupo estuvo formado por trece motos y, por primavera vez, se unieron a nosotros dos portugueses de Beja; con lo cual, estos encuentros han empezado a ser internacionales.


¿Qué decir de esta ruta? Pues que tras haberla planeado casi al centímetro y estudiado todo para que todo saliera exactamente tal y como estaba previsto, aparece una "trialera" (tramo muy complicado para pasarlo en moto)  y deshace todos los planes, y a partir de ahí a improvisar.  Durante el café y tertulia con el que se suelen cerrrar todas las rutas  los comentarios eran variados: "no vuelvo", "estoy baldao", "ha sido increible", "la próxima igual",.... Pero, empezemos por el principio.

Durante la planificación, uno de los participantes,conocedor de la zona, (aunque al final no pudo asistir) adviritió que la ruta pasaría por una zona algo complicada para el nivel general de los asistentes, que es un nivel básico en la conducción fuera de las carreteras. Este comentario causó cierto temor y recelo.

A la hora prevista estábamos todos en el punto de reunión, y antes de salir todos estábamos interesados por un mismo tema: el comentario que antes dije sobre que pasaríamos sobre una "zona técnica y una  trialera apañá..." que nos tenía preocupados,  y también nos preocupó el hecho de que no teníamos noticias de los dos amigos que venían de Portugal. La primera cuestión se resolvió como luego se verá y para resolver la segunda acudimos a un viejo procedimiento que los más jóvenes no recordarán: dejando un recado en el bar; es decir dejando al camarero una nota escrita en una servilleta dónde ponía mi nombre y mi número de teléfono. ellos llegaron, el camarero los vió y les entregó la servilleta con el mensaje; así de simple pudieron localizarnos y unirse al grupo.


Para evitar la "zona técnica difícil" tracé un nuevo rumbo y hacia él dirigí al grupo, estando en todo momento en la creeencia de que de esa forma evitábamos la zona dura. Pero mi track nos llevó directamente a una trialera endiablada,  con una pendiente pronunciada, llena de agujeros, raices y piedras y que acabada en mitad de otra trialera que no tenía salida ni a derechas ni a izquierdas: habíamos desembocado justo en medio de la zona que queríamos evitar.

Unos 60-70 metros de bajada, con ramas, piedras, raíces, agujeros,...
Como ignorábamos que ibamos derechos a un callejón sin salida; bajamos las motos de la manera que puede verse en las fotos, entre cuatro. Al final de la rampa, había un tremendo agujero; pero no importó, también lo superamos y pasamos las motos. Cuando tratamos de salir de allí y seguir avanzando descubrimos que el camino que teníamos a derechas y el que nos quedaba a izquierdas eran aún peores que el que acabábamos de sortear con tanta penuria. ¿La solución?, pues muy sencilla y única: volvera subir las motos de la misma manera en que se habían bajado: sujetándolas entre varios y ayudándonos con una cuerda, e incluso rellenado agujeros con piedras. Esta operación se describe muy rápido, pero completarla nos llevó un par de horas y un esfuerzo físico al que algunos no estamos muy acostumbrados. La maniobra se saldó sin ningún daño para las motos, pero los motoristas,...que quien quiera cuente cómo se levantó la mañana del lunes.

A alguien le puede parecer que esto fué una locura; que esto no es forma de disfrutar, etc. Pero tengo que decir que ni fué una locura y que sí, que sí disfrutamos de lo lindo con este trajín. Forma parte de la aventura, podría decirse y fué bonito ver como todos nos poníamos a empujar motos, sin importar de quién fuesen: me ayudas a subir la mía y te ayudo a subir la tuya, fué la consigna que no hizo falta ni mencionar, pero que se cumplió a rajatabla.

Bajando las motos:



Si complicado fué bajarlas,  subirlas costó sudor, mucho sudor:




Llegados a este punto, las previsiones ya no servían y el cuerpo lo que pedía era un refrigerio. Así que nos fuimos directamente a donde está el Monasterio de Tentudía; no a rezar y dar gracias, sino al bar que está enfrente (que por cierto, para acceder a los lavabos, que están en el exterior, hay que bajar lo que a algunos nos pareció otra trailera).

Este es un buen momento para presentar gráficamente al grupo.




Iniciamos lo que quedaba de ruta y nos fuimos por una carretera de montaña, con restos de hielo en el asfalto, hasta Cabeza La Vaca, desde donde, tras reabastecernos de pan, enfilamos otra zona de pistas. En esta ocasión se trataba de una que discurre entre cercas de piedra, con sus charcos de agua helada y su poquito de barr  y que desemboca en Segura de León. La pista, en general, fué divertida, atravesando zonas de hermosas dehesas, toda verde en estas fechas.

Aquí van unas imágenes de esta parte de la ruta:


En mitad de esta pista hicimos una parada para comer, y no habiendo otros sitio más apropiado, nos sirvió de mesa un abrevadero para ganado, así,... sin remilgos:



La jornada se completó sin más percances, habiendo transitado por la hermosa zona de la Sierra de Agua Fría, cerca de Monesterio, disfrutando de estos hermosos parajes tranquilamente:



Llegamos a Higuera La Real, punto de despedida, desde Segura de León, pero dando un rodeo para recorrer una carretera que ya visité en otra ruta anterior (veáse Ruta de las carreteras olvidadas) y que nos hacía llegar a Bodonal de la Sierra atravesando otra vez una hermosísima dehesa; donde pude ver toros en el mismo lugar que la vez anterior, donde el verde de la hierba húmeda casi deslumbraba y donde puede ver otra vez, con gran sorpresa, al mismo hombre que fotografié montado en su burro, si bien esta vez estaba sentado sobre una piedra al borde de la carretera, mirándonos pasar; muy extrañado, probablemente porque esta carretera no es frecuentada por motoristas.

También hubo carretera, pero carretera trail; de montaña y con placas de hielo. La imagen corresponde a la llegada al Monasterio de Tentudía.





Dedicamos un buen rato en Higuera La Real a tomar café con perrunillas y chocolate y a comentar la jornada. Aquí hicimos la foto final del grupo a modo de despedida y dimos por acabada esta alocada jornada de motos.


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